Luces verdes, oros viejos,
sol y sombras entre las hojas del roble.
Ante mí, un camino que se abre.
Tras de mí, un sendero que se pierde
por la inmensidad del bosque.

Hay brumas que se levantan
mientras el reloj recorre
el cuadrante de su esfera
desde las ocho a las once.

Tras nubes que no lo son
un sol, que por vergüenza
se esconde.
Ya no es sol de estío,
sol que con casi todo puede.
Es el sol; de un otoño eminente.

El monte va cambiando
y si lo observas lo sientes,
ya no es el monte de antaño
aquel, que en las laderas
su poderío es presente,
es un monte de postal,
paleta de mil colores,
con ramadas cambiantes
y luces en tornasoles.

Los arroyos ya no cantan
cual lo hacían tan alegres
ahora sollozan humildes,
con lágrimas secas y pobres
mientras esperan con calma
la lluvias que siempre tardan.
Esas lluvias;
que tanto gustan al bosque.

Que hermosa está la montaña,
con su traje de septiembre
mientras espera impaciente
un otoño eminente.
Con todo mi cariño hacia ti amig@ Te deseo un...
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